Durante el estallido social en Colombia, minutos antes del amanecer y luego de una larga noche de confrontaciones entre el ESMAD y los manifestantes de la localidad de Usme, Wilmer Báez recogía las balas lacrimógenas vacías que habían quedado regadas por las calles para hacer una obra de arte. Su destino, tres murales hápticos que invitan a reflexionar sobre la resistencia, la vida y la paz.
El primero que hicieron fue en 2022 en la plazoleta de la Biblioteca Pública la Marichuela y se trata de Resistencia. Y para este caso, “la resistencia era necesaria”, nos cuenta Wilmer Báez, quien recuerda que “tan pronto iniciaron las protestas contra las reformas del Gobierno de Iván Duque, la represión fue desmedida y se sufrieron muchas agresiones por parte de la policía”, de allí que esta fuera una palabra clave para mantener viva.
Además, “una resistencia respaldada por la bandera whipala, la de los pueblos originarios de América Latina”. Y es que “como artistas o parte del arte, entendemos que debemos pensar nuestras responsabilidades en las causas sociales y fue así como decidimos entre varios hacer este mural”.
Es necesario recordar que esas luchas se dieron en medio de una pandemia y para Báez, “si un pueblo decide salir a manifestarse en medio de una pandemia, es porque su gobierno es más peligroso que el virus”
Es inconcebible que, al salir a ejercer el derecho legítimo de la protesta, “los manifestantes comiencen a quedar ciegos a causa de disparos recibidos por estas balas lacrimógenas”, que en el mercado oficial se conocen como armas no letales y menos letales.
Pero “si una persona queda ciega, tendría que empezar a escribir braille, y es el ejercicio que estamos haciendo con esto”, agrega Báez.
Luego vino Paz, un homenaje al natalicio de Luis Braille, creador del sistema braille. Tres letras que irónicamente forman una palabra que se escribe con balas. Lo que es una “distopia”, señala Báez, ubicado junto a uno de los pilares del Puente de la Dignidad, donde se hizo esta obra.
De hecho, las balas que se usaron en Paz fueron recogidas debajo de ese puente, que para quienes no lo saben, fue el punto donde se lucharon las batallas más intensas entre la Policía Nacional y las Primeras Líneas de la localidad, en el marco del estallido social.
Pero también el punto donde se hicieron conciertos, muestras artísticas, ollas comunitarias y aulas educativas populares, respaldando también la lucha social desde la cultura y la educación. Bien es sabido que muchos de los jóvenes que se unieron a esos grupos encontraron un alimento diario durante las manifestaciones, lo que no ocurría en sus casas.
De hecho, cuando Báez salía a buscar las balas en las noches habían pocas, no era el único que lo hacía. Esos cartuchos vacíos, llenos de humo irritante previamente, son hechos de aluminio, un material costoso, por lo que también era pretendido por los recicladores de la zona.
Y es que de acuerdo con los precios de la empresa Combined Systems Inc., la compañía de mayor producción de balas de gas lacrimógeno en el mundo, cada bala está entre 7 dólares con 50 centavos y 22 dólares con 65 centavos. O sea, entre 34000 y 99000 pesos.
Sumado al arma venom, un dispositivo cargado con 30 municiones sobre las tanquetas del ESMAD que se usó durante pocas semanas por su exacerbado poder, el cual puede lanzar rondas múltiples de 3 balas con una distancia de hasta 150 metros. Una máquina prohibida en Colombia por un juez de Popayán, cuya recarga de mínimo 7 balas cuesta 59 dólares.
Y finalmente, llegó Vida, que se hizo con balas más grandes, lo que también representa que sean más costosas.
Y para este mural, “tuvimos la fortuna de que el director del colegio Miguel de Cervantes Saavedra, nos permitió trabajar en ese muro y nos organizamos con muchas organizaciones sociales para trabajar”.
Finalmente, Báez nos recuerda que uno de los objetivos de este proceso es llevar a cabo acciones no violentas, pues como “individuo estoy cansado de la violencia de este país por más de 50 años y sumarle a esa violencia no es sano.”
Pretendemos “hacer arte y cultura sin agredir a nadie, sino llevando un mensaje de resistencia a este país que tanto debe seguir resistiendo”.
Murales vandalizados
Los murales son constantemente vandalizados, lo que hace difícil seguir manteniendo la inclusión y el arte a través de ellos.